domingo, 25 de diciembre de 2011

ERRORES

ERRORES

Hay veces que todo va mal. Vayas donde vayas te sientes agobiado, miras para todas partes y no encuentras ninguna salida. No existe solución razonable para ese enjambre de hilos negros que amenaza con engullirte dentro de él, pero todo empeora. Sí, empeora. ¿Cómo puede empeorar la situación si lo peor que puede pasarte es desaparecer y es eso lo que deseas? Empeora del todo cuando te das cuenta de que lo que te persigue salpicará a más gente. Entonces sí que deseas quitarte del medio, dejas de intentar huir… Si lo alargas será peor.

Esperando a que todas las sombras que te acosan lleguen a ti. Lo deseas. Pero deseas más que el cielo se caiga o la tierra se abra y quedes aplastado o tragado por una grieta de la cuál jamás podrás salir. Al acercarse tus miedos, tus acosadores, tus perseguidores sientes que se te encoge el pecho y a la vez como si algo dentro de él quisiera hacértelo estallar. No cabes en ti. Todo acabará rápido, pero no estás triste. No sabes cómo llegaste hasta ese punto. Nada debería haber acabado así, tú quieres ser feliz. Está encima de ti, te va a tragar como si fueras un postre, estás resignado, pides no sufrir mucho y… Y de repente todo cambia de color. Algo te sucede que te libera, un golpe de fortuna que aplaca a ese amasijo de maldades. Un perdón que te libera de su persecución. Un corazón que actúa como escudo contra lo enormes dientes del monstruo o una persona que te guía por una camino de salida seguro.

Todo ha cambiado. Todo está mejor… Bueno, podría ser perfecto. Pero has estado a punto de rendirte, de cometer el peor error de tu vida. No todo está como debería, aunque las sombras se fueron descolocaron todo a su paso, pero no importa, te queda lo más importante. Quedas tú, queda tu esperanza. Te arrepientes de haberte rendido y opinas que debiste ser más fuerte. Tu alma se enriquece y piensas “La próxima vez correré más”. De pronto te has dado cuenta de que te han devuelto las ganas de vivir.


¿Nunca os ha pasado? ¿Nunca os habéis alegrado de no haber dado aquel mal paso y rendiros un poquito antes? ¿Nunca habéis dado gracias de haber aguantado el tiempo justo para que os salvasen?







Eric T. Kalunga López

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