Cuatro Panes
Hace varios años, una persona muy especial para mí, que espero que lea esto, me contó una historia preciosa. Que encerraba varios consejos y valores dentro de ella.
Todo comienza, en un pequeño pueblo con una joven pareja que acaba de contraer matrimonio, era ya una pequeña familia, ilusionada por todo lo que acarreaba una nueva vida, aunque había una duda que les corroía por dentro a los dos, al ser tan jóvenes e inexpertos, y no sabían cómo ganarse la vida después de varios días , el chico decidió ir a buscar trabajo por los pueblos cercanos de lo que fuera, viajó y viajó llegando cada día más lejos pero no había lugar para él, no sabía qué hacer, era obvio que él y su mujer morirán de hambre si ella no lo había hecho ya. Pero un día, en que ya no podía más, exhausto calló en el camino a las puertas de un gran caserío, allí quedo inconsciente por la falta de nutrición. Al despertase; un señor mayor con una apacible sonrisa y con una voz algo ronca le preguntó cómo había llegado hasta ahí, qué de dónde venía, él le contó todo lo sucedido, sus viajes su casamiento y sus circunstancias, entonces aquella sonrisa que caracterizaba el semblante del señor se borró, le ofreció un trabajo, aunque iba a ser duro, debería quedarse ahí hasta jubilarse, entonces, el le daría todo el dinero que habría ganado y podría volver a casa, le dio tres días para decidirlo. Escribió una carta a su mujer contado lo ocurrido y decidió aceptar. Nunca llegó correspondencia de aquella carta. Después de aceptar, el señor decidió ir de viaje, durante varios días y le dejó la casa a su cuidado, pasaron los días y las semanas, el tiempo fue más de lo estimado pero de golpe y porrazo el señor volvió con su caraterisca sonrisa, él joven le preguntó cómo esta estaba y donde estuvo tanto tiempo, pero aquel señor jamás dijo donde fue y donde iba cada mes, porque desde aquel día todos los meses aquel señor emprendía un misterios viaje aunque nunca tan tardío como el primero. Pasaron los días, las semanas, los meses y los años, pocos años le quedaban de vida al señor y el joven ya no era tan joven, así que el señor le propuso que se fuera con su mujer, aunque no le daría el dinero, sino que le daría 4 panes y tres consejos para que llegase vivo a casa pues en estos largos años los caminos se volvieron peligrosos, así que con mucho dolor y muy disgustado el tuvo que decir que sí a la propuesta de los panes, no sin antes tener que aceptar la última petición del señor, que sería que no comiese los panes hasta llegar a su casa.
Así al día siguiente, con provisiones y sus 4 panes cargados al hombro, en las escalera de la gran casa, le dio los 3 consejos, el primero sería que nunca, se desviase del camino que le le dijera aunque sonara tentador o le perjurasen que sería más corto por otro lado, el segundo que nunca saliera de su cuarto en la noche ante lo desconocido, aunque le diera pánico o se muriese de la curiosidad y por el último le tercero fue que por favor nunca hiciera algo precipitado por culpa de la rabia, ya sea originada por miedo, celos o cualquier otro sentimiento .
Comenzó su marcha el pobre hombre con cuatro panes como única recompensa a años de trabajos, pero por lo menos vivo. Por el camino, se encontró con otro peregrino y decidieron caminar juntos, por el sendero que el señor le indico, ya que era nuevo y directo hacía su pueblo, pero el peregrino le dijo que había una tajo mejor y más rápido y menos pedregoso y le invitó a caminarlo con él, pero él se negó obedeciendo el deseo de su amo, así que se separaron. Siguió caminado él sólo, durante horas y encontró un hostal de camino donde poder pasar la fría noche que se cernía sobre su cabeza, y decidió quedarse, hablando con demás caminantes, se entero de de una noticia, una noticia que se alegró de haberla corroborado ahí, se decía por el lugar que una banda de ladrones había extendido el rumor de que existía un falso atajo lógicamente, y asaltaban a su transeúntes y los asesinaban posteriormente. Aliviado por no haber seguido el consejo de su amigo que seguramente ya estaría muerto, decidió dormir y alojarse en un cuarto, pero se dio cuenta de que ninguno de los caminantes de la cantina se alojaba en aquel hostal, igualmente, estaba cansado y ahí decidió dormir. Durante la noche, comenzó a escuchar gritos y berridos, se preparó para salir a ver qué ocurría pero, la voz de su amo, se presentó en forma de recuerdo, -No salgas de tu cuarto, se dijo a sí mismo y pasó la noche con la llave echada. Al día siguiente, bajó y habló con el dueño y le preguntó qué pasaba esa noche, y le explicó que tenía un hijo que estaba loco y montaba esos escándalos por el hostal y que mataba al que veía, se volvió a alegrar del consejo de su viejo amo y se marchó.
Siguió caminando, durante días, hasta llegar a su pueblo, que tenía que atravesar para ver a su esposa. Todo había cambiado, los niños ya no eran niños, ya no había esos ancianos con los que se había criado de pequeño. Al llegar a su casa, justo delante de su puerta, en el jardín, estaba su esposa, pero, estaba acompañado por otro hombre por otro hombre más joven,los dos tumbados , la cabeza de él sobre las piernas de ella, una estampa que le rompía en dos el corazón. No podía créeselo, ¿tanto años trabajando para esto? Para cuatro panes y un disgusto. Se decidió a matarlos a los dos, estaba de camino sin que ellos le reconocieran, ni se percataron de las ansias de sangre del hombre, pero de nuevo su menoría entró en juego, -No hagas cosa precipitadas por culpa de la ira, escuchó en su cabeza, así que decidió irse y retirarse un tiempo.
Pasadas las horas, se presentó en su casa, la llave seguía entrando como cuando se fue, y se encontró a su mujer en la cocina, junto aquel apuesto joven. Al fin lo reconoció a aquel bello joven. Su esposa, comenzó a llorar, le miró y dijo – Cariño, te presento a tu hijo, es igual que tu. En ese instante, el hombre comenzó a llorar y dios las gracias a dios por los tres consejos que le dio el señor. Comenzaron a hablar sobre los años sobre que había pasado, y la esposa le pidió que le dijera al anciano que se mejorase, a lo que él, pregunto que como es que lo conocía, y ella le conto que cada mes le venía a dar el sueldo que con sudor el hombre ganaba es su caserío, que siempre le daba noticias suyas y que aporto de parte del marido educación y vestimentas para que no le faltase de nada, el señor volvió a romper en lágrimas, agradeciendo otra vez el conocer aquel buen hombre, y arrepentido de haber pensado tan mal de ese señor con el corazón tan grande. La esposa le pidió que comiesen que, comenzasen por los panes, no podía créeselo, dentro de cada pan, había una cuarta parte de lo que había ganado a los largos de los años, lo que hacía un total, pero aún más importante, la casa en herencia más todos sus bienes y negocios a aquel hombre que había cuidado del aciano y le había dado los mejores años de su juventud, la gratitud del hombre, fue enorme y jamás pudo saber cómo pagarle eso al señor, pero sobre todo, agradeció los tres consejos que le llevaron sano a la gran sorpresa que le esperaba en su hogar
Eric T. Kalunga López